martes, 16 de diciembre de 2008

De nuevo en Chiclayo

Me he dado cuenta que cuando voy de viaje busco lo diferente, lo que hace del lugar que visito algo único y especial.Resulta que mi actitud no es universal. Hace un tiempo leí la novela “The Accidental Tourist” de Ann Tyler, cuyo personaje central es un escritor de guías de viaje con información acerca de restaurantes y hoteles ubicados en todo el mundo, estandarizados a la expectativa y experiencia del viajero de negocios norteamericano, para que este no tenga sorpresas y pueda seguir enfocado en el negocio que ha ido a hacer. Me imagino que eso no es ficción solamente, y que debe haber gente que busca eso, lo parecido, sino, no tendrían sentido las cadenas de hoteles ni los desayunos continental y americano.

Todo esto tiene que ver con mi último viaje a Chiclayo en el cual, cuando paseaba por sus calles principales me encontraba con lo mismo que vería en cualquier zona comercial limeña, las mismas marcas, las mismas cadenas de tiendas y eso me hacia pensar en cuanto nos estamos pareciendo...no solo dentro del país, sino en el mundo...Pero por suerte, todavía existe algo especial en Chiclayo, como el arroz con pato y el cebiche, los sombreros de paja, las parejas bailando tondero y marinera y los "manteles de matrimonio" (primera vez que me entero de que una tradición así existía, y me regalaron uno, a pesar de que no me casé ni fui madrina de matrimonio!).

Pude ver todo eso al compartir un par de días apurados, y claro, también yendo al mercado modelo, donde finalmente conseguí la foto de un puesto de hierbas y medicina tradicional que me quede con ganas de tomar en mi viaje anterior.

Hace más de un año que había dejado abandonado este blog y aunque en este tiempo he viajado a otros lugares y tengo a medio escribir varios textos, quiero "volver al ruedo" con esa foto que me tenía pendiente.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola, Rosa: No conocía tu blog... qué bueno saber de ti....El tema de los viajes es algo que también me intriga y, como tú, quedé fascinado por el libro de Tyler. Sin embargo, los viajes son realmente como la vida, impredecibles, y no es raro que aparezca aquello que nos sorprende, que nos saca de lo común, que nos abre ventanitas a lo que no conocemos. Y casi siempre es un asunto fuera del itinerario, una persona, un rincón poco probable, una melodía escuchada al pasar, un sabor, un aroma conocido o desconocido. Por eso me gusta viajar, y aunque siempre extraño mi propia cama, no de deja de fascinarme lo que me traigo de vez en cuando, como tú. Fernando

ROSA dijo...

una persona, eso es cierto... finalmente si viajas y no encuentras a otras personas con las cuales interactuar, el viaje pierde en riqueza. Gracias por tu comentario, un abrazo, Rosa