jueves, 25 de octubre de 2007

Visa por diez horas

Era el primer viaje internacional en el que pasaba por los Estados Unidos. De hecho, era sólo mi segundo viaje internacional, y el primero después de diez largos años. En esa época todavía era posible optar por quedarse en la zona de tránsito y evitar el trámite de sacar una visa de turismo. Pero por supuesto, yo no quería pasar mis primeras diez horas en los yunaites sentada en una banca del aeropuerto. Así que, con la seguridad que me daba mi ineludible interés de dejar ese suelo luego del período de tránsito entre un avión y otro, fui a sacar una visa de turista y la conseguí para los próximos diez años que están ahora por concluir.

Por supuesto, mi vida estuvo tan agitada los días previos al viaje y yo era tan poco experimentada en los avatares de los viajes internacionales que no hice ninguna averiguación previa que me diera información para desenvolverme en esas diez horas. Quizás por eso no tuve ninguna angustia y todo me salió a pedir de boca.

No sé por qué asocié Los Ángeles con UCLA. No me interesaban para nada los tours en Hollywood. Quería saber cómo era una ciudad universitaria en Estados Unidos y esa era la única universidad en Los Ángeles de la que había oído decir algo. Así que resolví guardar todo lo que no necesitaba de mi equipaje de mano en un locker del aeropuerto, salir con mi bolso de mano casi vacío, preguntar las direcciones en la ventanilla de información, coger un mapa y tomarme un bus para UCLA. Acostumbrada a los campus universitarios limeños, quedé de una pieza al descubrir lo inmensas que suelen ser las universidades por esos lares. Son, en realidad, ciudades universitarias como su nombre lo indica.


Asombrada y entusiasmada, di vueltas por el campus, visité la librería y compré varios libros que hasta ahora me acompañan, leí ávidamente las pizarras llenas de todo tipo de información. Teniendo reciente la experiencia del Diploma de Estudios de Género en la PUC, fui entusiasmada en búsqueda de el centro para estudiantes mujeres (hoy, con el paso del tiempo, centro para mujeres y varones) en el que encontré una variedad de servicios e información que raramente se podría esperar aún ahora en ninguna de las universidades peruanas, a despecho de que los cursos sobre género no sean ya tan extraños. Entre tanta información, encontré que en la tarde se iba a realizar una conferencia de Joan Scott sobre Género en la Educación Superior (su texto "El género, una categoría útil para el análisis histórico" había sido LA lectura básica en el diploma), y por supuesto, yo no podía perderme de verla en vivo y en directo, aun cuando dudaba que entendiera algo de lo que iba a decir. No sólo entendí sino que me atreví a hacer preguntas.

Al final, mientras salía, entablé conversación con una profesora de música de UCLA que también había atendido la conferencia. Me preguntó qué hacía por ahí y mientras yo le contaba entusiasmada cómo había pasado el día y el viaje al otro lado del mundo que me esperaba, me invitó a comer a un restaurante de comida coreana y luego me llevó al aeropuerto.

Fueron unas diez intensas horas que me dejaron marcada para viajar y atreverme a experimentar lo más posible. Y estos últimos diez años han sido una permanente confirmación de lo acertado de esa experiencia.

No hay comentarios: